Basta con mirar un poco a nuestro alrededor para darse cuenta que llegando a determinada edad son muy pocas las parejas que en verdad están enamoradas después de haber estado una vida juntos y no estamos hablando de los casos en los que mantienen una convivencia funcional y de respeto o bien de cariño por la dependencia mutua. Estamos hablando de fuego.
Sacando una estadística a números fríos son en realidad pocos, incluso inusuales los casos en los que aún hay fuego y se digan: “te amo” como la primera vez.
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¿Pero porque sucede esto?
Posiblemente desde haber leído la interrogante llegó a tu cabeza una serie de respuestas y es que es cierto, existen tantas opiniones para responder a esta pregunta como personas en el mundo que han experimentado algo parecido a lo que le llamamos “amor”, sin embargo, antes de hablar de problemas conyugales o sacar los trapitos al sol, me gustaría asentar algunos números muy útiles para reflexionar y ver esta estadística desde un punto de vista analítico.
Sabemos que para que dos personas se sientan atraídas deben de cumplir ciertas condiciones, es decir, ambas, deben estar dentro de los parámetros de lo aceptable en cuanto a gustos, creencias, costumbres y opiniones. Hasta este punto estamos muy lejos todavía de hablar de amor, estas primeras condiciones o filtros son solamente para que exista la posibilidad de considerar a la otra persona, pero bueno esto ya nos ha recortado un poco el número.
Considerando la segmentación anterior y sumándola a un previo filtro que es la orientación sexual y edad, entre los millones de personas que había haya afuera, se ha reducido considerablemente el número, pero bueno aún estamos hablando de millones y por lo tanto aun no llegamos a lo interesante.
Ahora sí entremos en materia, a partir de este punto ya estamos hablando del universo de lo aceptable, si eligiéramos a lazar entre las personas que quedaron en estos filtros, las probabilidades de terminar o bien en un divorcio feliz o en un matrimonio infeliz aún siguen siendo mucho mayores que el final de un cuento y esto está ligado a lo que varios autores y psicólogos describen y nosotros le llamamos coloquialmente como: “la química”.
La química sería entonces el tercer o siguiente filtro, más allá de los parámetros de lo aceptable, estamos hablando de poder llegar al nivel de empatía que nos permite con pocas palabras e incluso sin usar palabras, poder entender a la otra persona, ya sea porque inconscientemente hayamos algo en la otra persona que despierta o activa otro algo en nosotros mismos o por otros temas psicológicos que ahora no abordaremos pero que permiten como mínimo llegar a tener una buena amistad a largo plazo si las condiciones lo permiten.
Este tercer filtro ya ha descartado a muchas más personas de la lista y si escoges nuevamente al lazar, ya podrías esperar en una de las posibilidades destacables un matrimonio con una feliz conveniencia mutua, arraigo, respeto y cariño pero nuevamente no estamos en el final feliz y seguimos estando a eslabones distantes de ahí así que no te distraigas y vamos al siguiente filtro.
El siguiente filtro es cubierto solamente por esas personas que inventaron la frase: “Amor a primera vista” y nuevamente no nos distraigamos, no, estamos hablando de la persona que leyó esa frase y la replicó sin tener idea de lo que se refiere.
Esa frase más allá de ser usada para describir a alguien que te atrae, fue acuñada por autores en diferentes libros de psicología.
Para llegar a este filtro ahora si habremos reducido el número a solamente un puño de personas con las que su composición, física y psicológica encajan perfectamente con el prototipo idóneo que con un esfuerzo mínimo e incluso sin intentarlo nos enamorarían y al decir, “nos enamorarían”, no me refiero a todo aquel o aquella persona que le rodea (por ello lo complejo de esto), nos enamorarían solamente a un número muy reducido.
Hasta este punto, si te toparas con una de esas personas y llegaras a enamorarla, las probabilidades de poder amarla hasta los últimos años de tu vida serían grandes y esto naturalmente repercutiría en otras áreas de tu vida.
¿Se escucha bien verdad? Sin embargo, aquí no terminan los filtros. Los eslabones aún siguen.
Si nos hacemos nuevamente a la estadística y tomamos la cantidad de personas que vas a conocer a lo largo de tu vida, misma que está condicionada a las limitaciones del espacio y a la vida sedentaria del ser humano, el porcentaje de conocer a una de estas personas, no lo estaríamos tomando entre las millones de personas que existen allá afuera sino entre las pocas que conocerás a lo largo de tu vida.
Por si eso no fuera suficiente hay un factor adicional y ese eres tu, siendo posiblemente el último eslabón.
Digamos que se alinean los planetas y que una de estas personas suba en el mismo autobús que tú. Han pasado tal vez 45 o 50 años para que se diera esa oportunidad, pero justo en ese momento no puedes verla porque justo en esos 5 minutos que estuvo frente a ti, tu atención no estaba ni dentro del autobús ni afuera en la ventana, en realidad seguías atrapado en los problemas que tuviste justo esa mañana con tu pareja actual. En los problemas del trabajo, en mil lugares, menos en ese espacio físico, espacio y tiempo que antes había sido un impedimento para conocerla y que nuevamente has aumentado viajando en tu cabeza al pasado y a otro lugar.
¿Podemos concluir que hay que ir rastreando con binoculares?
No, si vuelves a revisar el párrafo anterior no indica eso.
Como verás, no todo de lo que hemos hablado son factores externos, y esto es algo bueno ya que por un lado tienes la garantía de que allá afuera y en este momento existe ese grupo reducido de personas, están ahí para ti y no son un cuento de hadas, son una realidad que a lo largo de los años diferentes libros y autores confirman, considerando que el premio es grande y tu boleto de vida es limitado el resto son factores internos, una vez más si hablamos de estadística las probabilidades de encontrar a esa persona o a una de ellas también depende de ti, de vivir cada momento en el que te encuentras y tan pronto te enteres de que estás repitiendo el mismo “lugar” y momento una y otra vez, aunque sea en escenarios distintos, pero sin que haya un cambio suficiente para que no vuelvas a repetirlo, sal de ahí en cuerpo y mente.
Ahora si, dimensiona estos dos últimos párrafos hacia donde quieras, que en cualquier caso aplica.
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